A mediados de los 80, frente a la bolera La Bola de Oro, abrió sus puertas el salón de videojuegos América, que luego pasó a llamarse Andorra y más tarde Dakar. Ocupaba parte de las antiguas instalaciones de la tienda de muebles Comercial Guci.
En esta sala vi (y utilicé) por primera vez una vídeo-jukebox. Por entonces, la tecnología de estos aparatos era la del LaserDisc y, para alguien como yo acostumbrado a la calidad de imagen y sonido del VHS, la experiencia era espectacular, con un sonido estéreo calidad CD y una imagen perfectamente nítida y libre de interferencias. Si por esas fechas nos hubiesen enseñado un monitor 16:9, con resolución 8K y sonido envolvente como los actuales, habríamos pensado que éramos víctimas de una abducción extraterrestre.